A nuestros colegas podemos mostrar un truco interesante. Sobre el lápiz que está en la mesa colocamos una cinta de un papel grueso de diez centímetros de largura y dos centímetros de anchura. Colocamos la cinta de manera que las puntas no toquen la mesa. Nuestro diseño se asemeja a un modelo de planeador.
- Ahora - os dirigís a los colegas - tenéis que tirar tan hábilmente el lápiz y llevarlo fuera de la mesa para que no se mueva la cinta. No se puede tocar la cinta, ni soplar.
- ¡Esto es imposible! – van a decir los colegas.
- ¿Imposible? – ¡Mirad!
Llenamos un vaso de un líquido mágico y sumergimos en él la punta de un palo que tenemos en la mano. Ahora con unos movimientos lentos sobre la cinta, decimos, murmurando, algunos hechizos y, cada un momento, sumergimos la punta del palo en el líquido.
De repente, empieza a suceder algo raro. La cinta revive. Sus puntas se bajan al tocar la superficie de la mesa, y el centro se eleva a la parte superior para formar una especie de puente. Un momento más y se puede sacar fácilmente el lápiz.
Explicación:El líquido mágico es… el agua pura. El agua gotea del palo en la cinta de papel, que, bajo su tensión se encorva. ¿Por qué? Bueno, la capa superior del papel grueso, al hidratar se hincha. ¿Os recordáis cómo se hincha el pan cuando lo metemos a la leche? Es lo mismo. La capa superior se expande, causando la flexión de toda la cinta.