El mago pone sobre la mesa un vaso boca abajo. Dobla la manga de su camisa en el antebrazo izquierdo y, con la mano derecha, coge una moneda de veinte céntimos y la aprieta hacia el antebrazo con el dedo índice y el medio comenzando moverla de arriba a abajo. Afirma que de esta manera frotará la moneda en la piel; sin embargo, no lo hace muy hábilmente de ahí que la moneda se caiga todo el rato. Cada vez que se le cae recoge la moneda con la mano izquierda, la pasa a la mano derecha y reintenta frotarla. Entonces, en un momento la moneda está desapareciendo! El mago muestra la mano derecha.
- A ver si se habrá escondido debajo del vaso – dice golpeando el fondo del vaso. Deja rápidamente el vaso al lado y… en la mesa, al lado del vaso, de pronto aparece la moneda de veinte céntimos. El mago, con la mano derecha, hace unos movimientos mágicos, agarra el vaso dejado al lado y deprisa cubre con él la moneda. !Magia! La moneda desaparece. Todos los espectadores lo ven ya que el vaso es transparente. El prestidigitador mete la mano izquierda bajo la mesa y con la mano izquierda golpea el fondo del vaso. Tras un momento saca la mano del debajo de la mesa. En la mano abierta aparece la misma moneda. El mago la pone en su bolsillo, muestra las manos vacías, agarra el vaso y, de nuevo con unos movimientos rápidos, la mueve hacia un lado y… la moneda que anda aparece otra vez.
Explicación:Aunque lo parezca el truco no requiere del mostrador una gran habilidad, ya que el truco se basa en una simple idea. Aclaremos.
El primer etapa consiste en frotar la moneda en la piel. Tenemos que apoyar el codo en la mesa, al mismo tiempo, apoyar la mano en el hombro. La aparente inhabilidad (el hecho de que la moneda se caiga) es intencional. Tras tercera o cuarta caída, cuando la recogemos la moneda, fingimos que la pasamos a la mano derecha. En realidad, la moneda se queda en la mano izquierda, por lo tanto, frotamos el antebrazo solo con dedos. Esto da la impresión de que la moneda esté debajo de los dedos. En un momento determinado, paramos de frotar, mostramos la mano derecha y, de pronto, pasamos al segundo etapa de la obra para que los espectadores no se den cuenta que la moneda está en la mano izquierda.
La segunda parte de la obra requiere una cierta preparación. Al borde del vaso pegamos (lo mejor sería con el pegamento de nitrocelulosa o uno similar) la hoja de papel y la cortamos con un cuchillo afilado así, que no se asome fuera del borde. De esta manera se funda un circulo de papel pegado con detenimiento al borde del vaso. En la mesa (también antes del espectáculo) ponemos una hoja de papel: tiene que ser el miso tipo de papel que hemos utilizado para pegarlo al vaso. El vaso puesto boca abajo en el papel, debajo del cual metemos otra moneda de veinte céntimos, parece ser completamente normal y a ninguno de los espectadores le vendrá a la mente que al vaso está pegada una hoja. Una rápida separación o el hecho de poner en la moneda nuestro vaso “mágico” provocará, por supuesto, su repentina aparición o desaparición: de hecho, esto es el misterio, el resto consta en un servicio activo del vaso y de la moneda.
Para terminar, os doy unos consejos prácticos. Comenzando el segundo etapa de la obra, la moneda está en la mano izquierda y todas las manipulaciones con el vaso tenemos que hacer solo con la mano derecha: dejar el vaso al lado, hacer unos movimientos mágicos, cubrir la moneda con el vaso. La mano izquierda la tenemos suelta y cómoda, podemos meterla en el bolsillo. Solo en el momento en el que decimos que la moneda atravesará la mesa, metemos la mano izquierda, con la moneda en ella, bajo de la mesa. En el mismo momento la segunda moneda está debajo del vaso. Luego, ya todo es muy fácil. Lo único que hay que hacer es recordarse del orden de las acciones y todo saldrá perfectamente y esto os desee
Vuestro Mago.